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La habilitante y los impuestos

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“No taxation without representation”

En 1688, en Inglaterra, se produjo la “Revolución Gloriosa”. El parlamento inglés junto con Guillermo III de Orange-Nassau sacaron del trono a Jacobo II de Inglaterra. Los primeros invitaron al segundo quien invadió la isla con una flota holandesa. La exitosa invasión le permitió al nuevo monarca acceder al trono como Guillermo III de Inglaterra junto con su esposa María II de Inglaterra. La pareja es referida popularmente como “Guillermo y María” (William and Mary). Hasta aquí nada que no fuera común en la Europa de época.

Si bien la Revolución Gloriosa tuvo un profundo trasfondo religioso; Jacobo II era católico y quienes lo destronaron eran protestantes, sus implicaciones fueron mucho más allá de darle poder a los protestantes y cambiar un monarca. Poco habría cambiado Inglaterra y el mundo si la Revolución Gloriosa hubiese servido únicamente para lo anterior. El parlamento Inglés le impuso al nuevo monarca la Declaración de Derechos de 1689 (Bill of Rights 1689). Esta declaración restablecía algunos poderes del parlamento que habían sido eliminados por la dinastía depuesta, además de establecer restricciones al poder del monarca. Quizás la mayor de estas restricciones fue la eliminación de la prerrogativa real para establecer impuestos.

La Declaración de Derechos de 1689 fue un acto fundamental que estableció la soberanía parlamentaria y que tuvo profundas implicaciones no solo en Inglaterra. La Declaración de Derechos de 1689 es el preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 y sirvió de inspiración a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en el marco de la Revolución Francesa. Tristemente esto no se enseña en la educación primaria en Venezuela. La Declaración de Derechos de 1689 restringió los poderes del monarca permitiendo iniciar la transformación de los súbditos en ciudadanos. Nada más y nada menos. Este proceso lamentablemente no es irreversible

Todo lo anterior para que entendamos la enorme perversión que implica la ley habilitante y el poder que se le ha conferido al Presidente para que pueda aumentar la carga impositiva sin siquiera consultarlo en la Asamblea Nacional que además controla. En Venezuela los leguleyos de 1999 se empeñaron en regresarnos a la edad media confiriéndole amplios poderes legislativos al presidente. Todo esto bajo la ilusión de que tenemos la mejor constitución del mundo. El país ha involucionado en cuanto a los derechos de sus ciudadanos; ya no debemos ni ser consultados sobre los impuestos que se nos gravan. La aberración de utilizar la ley habilitante para aumentar los impuestos sin debatirlos en la Asamblea Nacional es algo que solo ocurre en sociedades predemocráticas.

La Declaración de Derechos de 1689 fue un instrumento jurídico formidable que inició la transformación de los súbditos a ciudadanos y traslado de la soberanía del monarca al pueblo. Todo esto ocurrió en la Inglaterra de 1689 y parece que más de 400 años luego en Venezuela no lo hemos comprendido. Los venezolanos hemos permitido que quienes nos gobiernan se abroguen todo tipo de poderes subvirtiendo nuestra condición de ciudadanos. Lo más triste es que esto ha ocurrido mediante elecciones donde los mismos ciudadanos hemos abdicado nuestros derechos. La realidad es que mientras los venezolanos no demos el paso para convertirnos en verdaderos ciudadanos, que es lo mismo que limitar seriamente el control de quienes nos gobiernan, seguiremos teniendo los gobiernos que hemos tenido. La discusión sobre la tributación y sobre qué hacer con la renta petrolera está en el centro de este debate. No habrá democracia estable y verdadera mientras los venezolanos no seamos verdaderos ciudadanos, el camino que iniciamos en 1999 es el regreso la servidumbre, a volver a ser siervos de quienes nos gobiernan. La última ley habilitante es la muestra más palpable de ello.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

Director de @Econometrica