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¿Qué se hicieron esos reales?

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No hay pregunta más repetida en Venezuela luego de un boom petrolero. Cada vez que el país experimenta un período de bonanza petrolera le ha seguido uno de precariedad.  Hemos fracasado en diseñar mecanismos para evitar que cuando los precios petroleros son altos no emparrandemos al país, y que cuando el ciclo se revierte no terminemos haciéndonos las mismas preguntas. El único intento serio, el Fondo de Estabilización Macroeconómica, duró lo que dura un aguacero en marzo.

Curiosamente en este caso el auge no ha terminado por una caída en los precios petroleros. Tan malo ha sido el manejo de la economía venezolana que hemos superado cualquier desastre anterior. El país hoy se siente como si los precios del petróleo se hubiesen desplomado, aun cuando no lo han hecho. La recesión económica avanza imparable por más que Nelson no lo quiera aceptar. Las sensaciones son similares a otras veces. El país ha regresado a finales de los ochenta con un barril de petróleo ocho veces superior. Es poco lo que como sociedad hemos aprendido en estos últimos 35 años de constate fracaso económico. Una generación perdida y otra a medio camino de estarlo, no han sido suficientes.

Hace solo algunos años las sensaciones eran otras. Las grandes mayorías contentas a la sombra de los programas sociales, que en muchos casos eran solo transferencias directas de renta petrolera. Los Mercales repletos de productos baratos importados: pollo brasilero, carne argentina, queso uruguayo, harina, arroz, aceite, azúcar, etc. La farra no fue solo para los más necesitados, la rumba fue nacional. Los cupos para viajeros y las tarjetas de crédito. Los venezolanos volvieron a beber whisky y a cambiar los carros. La importación floreció como hongos después de la lluvia, después de todo, si algo sabemos los venezolanos es consumir. Pero las cosas no pararon ahí. El Gobierno ricachón decidió comprar aquellas empresas que no podía arrebatar y también generosamente distribuir parte de la bonanza a los países caribeños a cambio de favores internacionales. Cuando faltó músculo para mantener la fiesta no faltó quien nos prestase. Fue una rumba. No todos bailaron y bebieron lo mismo, pero así son las rumbas. Todos los venezolanos por lo menos un tequeño se llevaron.

Cuando la música ha dejado de sonar, los mesoneros ya no traen pasapalos sino que recogen servilletas y no se consigue ni un vaso de agua, los venezolanos hemos comenzado a hacernos preguntas. Son las mismas preguntas de otras veces pero parecemos no entenderlo ¿Qué se hicieron esos reales? ¿Cómo luego de tantos ingresos el país puede estar como está? La respuesta es la misma de siempre. Lo que no se llevó la corrupción nos los farreamos. Venezuela tiene lo puesto. Los supuestos fondos paralelos en dólares son como El Dorado.

Cuando digo que nos lo farreamos implica que hemos sido cómplices de alguna manera u otra. La principal manera en que hemos sido cómplices es avalando electoramente una política económica calamitosa y cortoplacista. El país desaprovechó nuevamente la oportunidad de dar un salto hacia delante y lo hizo, como otras veces, por una decisión mayoritaria que privilegió el reparto en lugar de la producción. Llegó el momento de las preguntas y lamentos. Es mejor que nos hablemos claro o seguiremos repitiendo los mismos errores.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

Director de @Econometrica