Es el modelo, estúpido
Ayer en rueda de prensa se nos dijo que el SICAD II llega para equilibrar la inflación, la producción y el desabastecimiento. No sabemos que tipo de panacea será este sistema de entrega de divisas. Llevan varias semanas con el tema y todavía nadie en realidad entiende como opera. Las expectativas han sido elevadas, al parecer la gente tiene poca memoria, ya se olvidaron de cómo fue vendido el SICAD I. La ingenuidad de aquellos que están esperando que aparezca el mecanismo, bien sea para poder continuar con sus operaciones o para poder proteger algo de patrimonio, es solo comparable con la del Gobierno. Al parecer algunos le han metido en la cabeza a Ramírez que el nuevo esquema de entrega de divisas puede, por si solo, resolver los graves problemas en los que se encuentra la economía nacional.
Asumamos que PDVSA y el Gobierno, que ya son prácticamente indivisibles, tienen US$ 20.000 millones líquidos para atender este mercado. Además asumamos que no solo tienen la disponibilidad sino la voluntad para entregarlos sin ningún control en un mercado de divisas realmente libre. Surgen algunas preguntas ¿Está el Gobierno y su títere monetario, otrora BCV, preparados para controlar los efectos sobre la liquidez que implicaría en pocos meses una fuga de divisas de esas proporciones? Esta no es una pregunta menor. Si el Gobierno está dispuesto a permitir la libre adquisición de divisas y mantiene los tipos de interés en los niveles actuales, será poco lo que podrá hacer para que los particulares retiren su dinero de los bancos y los transformen en divisas ¿Han ideado un plan de contingencia en este sentido? ¿Tienen idea del efecto que esto tendría sobre la banca y el crédito?
Por otro lado está la creencia de que el centro del problema en la producción en Venezuela es el acceso a las divisas. Seguramente puertas adentro reconocen que el problema de escasez se debe al racionamiento de divisas; ante las cámaras es la guerra económica. Si creen que solo permitiendo el libre acceso a las divisas van a resolver el problema es porque definitivamente sus asesores no les han terminado de explicar. El problema de la escasez, además del racionamiento de divisas, se debe a los controles de precios y a las pésimas condiciones para producir que existen en un país donde cada cuarto de hora se le recuerda al sector privado que lo que viene es socialismo. A la par de ello, el Gobierno hace menos de un año orquestó la reducción de la jornada laboral y lleva casi 15 años impulsando legislaciones hostiles a la creación de puestos de trabajo. Ante esta situación, el permitir un mercado de libre acceso a las divisas es un pañito caliente que probablemente tenga como objetivo resolverle el problema a PDVSA, las petroleras y el fisco, pero que poco hará para que la industria nacional aumente notablemente su producción.
Quizás la mayor mentira de las que se dijeron ayer es que el SICAD II va a generar equilibrios para abatir la inflación. Esto es sencillamente no entender algo lógico: la única manera de que la escasez baje en Venezuela es que la inflación aumente. Sencillo, para que muchos de los productos que no están en los anaqueles aparezcan, el Gobierno va a tener que permitir aumentos de precios. Las cosas no vienen gratis. Además, el hipotético nuevo tipo de cambio pasaría a ser verdaderamente el tipo de cambio marcador de la economía. Esto traería ajustes adicionales en el ritmo de crecimiento de los precios. Los venezolanos tenemos que entender algo fundamental, si la escasez baja será porque los precios suben.
El Vicepresidente del Área Económica fue tajante ayer al decir que el SICAD II no era un cambio de modelo y que no tienen pensado cambiarlo. El destino es el socialismo. No han terminado de entender la raíz de los problemas actuales y poco podrán hacer para corregirlos. El SICAD II, aun cuando fuese un mercado de libre acceso y sin restricciones, no va a generar el impulso económico que este país necesita. Hace 4 años había un mercado libre para acceder a dólares e igual la economía del país estaba en la lona. Un poco de memoria no haría daño.
Francisco Ibarra Bravo
