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Quiero y envido

Nicolás Maduro speaks to supporters in Caracas

No fue un quiero. Eso habría sido solo un comunicado donde se rechazaran las acusaciones y se aceptaba ir a las reuniones. Todos sabemos que al Presidente Maduro se le había escapado un tiro por la culata acusando a Polar de la escasez de alimentos. De todas formas Maduro sigue pensando que puede seguir la línea de su padre político: miente que algo queda. Al igual que su predecesor padece de incontinencia verbal. Trató de apelar al viejo truco de tirar la piedra y esconder la mano. El problema es que al tejado de la economía venezolana ya casi no le quedan tejas intactas.

El Presidente Maduro tiene que estar muy mal asesorado. Su primer error ha sido no dar un claro golpe a la mesa pidiéndole a Giordani que pusiera el cargo a la orden y regresase al CENDES a planificar algún otro “eje”. No podrá haber una verdadera revisión de la política económica mientras él esté en el gabinete. Luego ha desestimado la inflación y el desabastecimiento. Se han postergado los ajustes y se ha desbordado la escasez. Lo peor de todo es que para controlarla será necesario tiempo y un aumento considerable de los precios. Maduro recibió un legado económico ruinoso, eso es indudable, pero la verdad es que ha hecho poco para remediarlo. Como era de esperarse el gobierno ha optado por buscar un chivo expiatorio al problema del abastecimiento. Esta táctica ha tenido siempre buenos resultados, en particular con su electorado. En el pasado Chávez la ensayó en numerosas ocasiones. A su favor jugaba el hecho de estábamos en medio de un boom petrolero, lo que permitió al gobierno tapar las carencias con importaciones. El problema de Maduro es que a esa caja de música se le acabó la cuerda.

No tengo claro si Maduro midió las consecuencias de sus acusaciones del fin de semana. Sigue creyendo que su mejor carta es tratar de personificar a Chávez. Lanzar una acusación como la que lazó, culpando a Polar del desabastecimiento, fue torpe. No contó con que esta vez la empresa respondería, no mediante un comunicado, sino mediante una rueda de prensa como la del lunes. Maduro no es Chávez. Tan no es Chávez que antes de reunirse con Mendoza decretó un aumento del 40% para los militares; quizás sea el pago por sacarlos a la calle en funciones policiales. Ayer antes de reunirse con Mendoza declaró que iba a poner a Polar a trabajar. En la Venezuela actual la cigarra manda a trabajar a la hormiga. Probablemente la reunión que sostuvieron ambos fue mucho más cordial que sus declaraciones. Por el bien del país espero que así fuera.

En la rueda de prensa de Mendoza hubo poco para sorprenderse, más allá del hecho que hubiese rueda de prensa. Mendoza defendió su empresa como se esperaría cualquier verdadero emprendedor; ha demostrado que en Venezuela todavía quedan emprendedores de los de verdad, de los que generan riqueza y no de los que buscan captar renta. Lo que dijo en la rueda de prensa ya lo sabíamos: Polar no es responsable del desabastecimiento. El único responsable del desaguisado económico que vivimos es el gobierno con su desastrosa política económica y el acoso al sector privado. Mendoza pudo haberse quedado ahí, pudo haberse defendido solamente pero no se detuvo ahí. Lo verdaderamente sorprendente de la rueda de prensa fue cuando dijo que le iba a pedir al gobierno que le vendiera una planta, luego dijo “una o dos” y también dijo que si no querían venderlas que se las alquilaran. La trascendencia de estas palabras no ha sido analizada correctamente. Por primera vez un vocero del sector privado habla de algo que tendrá que ocurrir en el futuro: privatizar. Para que el país pueda salir del atolladero donde se metió es necesario que el proceso de estatización, hecho en muchos casos de manera confiscatoria, sea revertido. A las temerarias declaraciones de Maduro del fin de semana Mendoza no solo dijo quiero, fue un quiero y envido.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10