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¿Qué requiere Grecia, o Europa?

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El acuerdo para la reestructuración de la deuda griega implica, en la práctica, reconocer la imposibilidad de pagar; más aún, las ayudas financieras no contribuirán a resolver los enormes desbalances existentes en el seno de la Unión Europea; sólo comprarán tiempo, a ver si las cosas mejoran.

La solución al problema de Grecia no es que Alemania y los países superavitarios de la Unión Europea le compren más bonos (i.e. más deuda), sino que le compren más bienes, algo que el cambio real sobrevaluado de Grecia (i.e. el alto precio de los bienes griegos), sin lugar a duda, dificulta. Falta, entonces, un mecanismo en la Unión Europea para que, los países con superávits como, por ejemplo, Alemania reduzcan su posición acreedora y los países con déficits como, por ejemplo, Grecia y el resto de los PIIGs reduzcan su posición deudora. Ese mecanismo existe en EEUU, y se le denomina: regionalismo fiscal, la presencia de un presupuesto federal lo suficientemente grande como para transferir recursos para obras públicas y otros gastos de estados superavitarios (e.g. Nueva York) a estados deficitarios (e.g. California). Pero, ¿estará dispuesta la Unión Europea a incrementar su presupuesto federal por encima del de los países miembros?, o, igualmente, ¿aceptarán los alemanes pagar impuestos europeos para financiar la construcción de autopistas (la actividad económica y, por ende, la reducción del déficit) en Grecia o Portugal?

Prestándole y prestándole más euros a Grecia no se va resolver el problema, ni de Grecia, ni de Alemania, que en el fondo es el mismo. Recuerde el lector que el déficit de los PIIGs es el superávit de Alemania. De allí que la solución al problema de la zona euro pase por diseñar un mecanismo para reducir los déficits y superávits intrarregionales. Regularmente, la eliminación de los superávits y los déficits en las cuentas entre países suele estar garantizada en aquellas economías que no comparten una misma moneda, mediante los ajustes en el tipo de cambio real o en los niveles de ingreso. Simplemente, devaluando o revaluando las monedas pueden ajustarse las relaciones entre los países, situación que no puede ocurrir en la zona euro por utilizarse una sola divisa. De allí que, la única opción restante sea la del ajuste de las relaciones comerciales entre países mediante cambios en sus niveles de ingreso, sólo que en el caso europeo esto implica la presencia de un sesgo recesivo; es decir, la necesidad de reducir el tamaño de la economía griega (y de los PIIGs) para disminuir sus importaciones.

La Unión Europea no se encuentra institucionalmente diseñada para operar durante tiempos de crisis. Requiere, importar instituciones de transferencia fiscal intrarregional como las de su par estadounidense. ¿Pero, será eso culturalmente posible?

Ángel García Banchs

@garciabanchs

PhD en Economía Política de la Universidad de Siena, Italia y director de Econométrica
Profesor del CENDES y FACES/UCV
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opinion@angelgarciabanchs.com