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Por quién votarán los empleados públicos

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En Twitter, un empleado público me decía el otro día: “yo he votado siempre por la oposición y no me ha pasado nada”. Ojalá todos los empleados, jubilados y contratistas del Estado pensaran así, pues en ese caso sólo las preferencias, y no las expectativas, determinarían el voto. Lamentablemente, una fracción importante de ellos piensa aún: el voto es secreto, pero, ¡cuidado, pues de que vuelan, vuelan!

Para acabar con el miedo de los empleados públicos, Capriles debe convencerlos de que, alrededor de 3 de cada 4 de sus compañeros votarán por él. No basta con decir que el voto es secreto, pues aunque es cierto, no importa lo que usted y yo aquí creamos, sino, únicamente, lo que la mayoría de los empleados públicos en efecto crean.

El voto del empleado público dependerá de lo que éste crea que votarán sus compañeros (restantes empleados públicos – abajo explico por qué).

Si un empleado público espera que la mayoría de sus compañeros vote por Capriles, lo óptimo para él será hacer lo mismo (votar por Capriles).

Los empleados públicos saben que si Chávez gana y 75% de ellos votaron por Capriles, no podrán despedirlos. Pero, también temen que si eso pasa y sólo 25% votó por Capriles, ese 25% podría perder sus empleos (el miedo de votar por quien quieren hacerlo, Capriles, disminuye con el porcentaje de empleados públicos que se espera lo hagan – i.e. en la unión está la fuerza).

Capriles debe acabar con la preocupación de los empleados públicos, cuyo miedo (temor) no es qué pasará si votan por Capriles y termina ganando, sino qué pasará si votan por él, pero, termina ganando Chávez.

Repito, para acabar con el miedo de los empleados públicos, Capriles debe sostener que, 3 de cada 4 empleados públicos votarán por él (encuestas dirigidas específicamente a empleados públicos y jubilados podrían ayudar – la información para identificar a los empleados del gobierno, todos sabemos, está disponible).

Responder a la pregunta por quién votarán los empleados públicos implica hallar la solución a lo que, en teoría de juegos (estrategia), se conoce como “juego garantizado”. Ese juego se caracteriza por el hecho de que el óptimo social (e.g. votar por Capriles, cuando el resto de los empleados públicos también lo hace) resulta ser equilibrio de Nash (la mejor respuesta a la mejor estrategia del otro); pero, igualmente, se caracteriza por el hecho de que, una posición social subóptima también lo es (votar por Chávez, cuando el resto de los empleados públicos también lo hace es, también, equilibrio de Nash).

Es decir, pronosticar por quién votarán los empleados públicos, Capriles o Chávez, implica identificar el equilibrio que predominará en un juego de múltiples equilibrios (particularmente, dos: votar por Henrique Capriles – votar por Henrique Capriles versus votar por Chávez – votar por Chávez). Si hay dos equilibrios, ¿cuál predominará: el óptimo social (que gane Capriles entre los empleados públicos) o el subóptimo social (que gane Chávez entre los empleados públicos)?

La respuesta es sencilla: predominará el equilibrio que implique el menor riesgo para los empleados de la Administración Pública; es decir, aquel equilibrio asociado a estrategias que para que convengan al individuo signifique tener que atribuir la menor probabilidad de que el otro haga lo mismo.

Por ejemplo, votar por Henrique Capriles – votar por Henrique Capriles no será el equilibrio que predomine, si es el caso que, para que sea conveniente votar por él, el empleado público deba atribuir una probabilidad de 2/3 a que los restantes empleados hagan lo mismo (i.e. deba esperar que 2 de cada 3 de sus compañeros voten por él). Lamentablemente, en ese caso, votar por Chávez – votar por Chávez sería, obviamente, el equilibrio que predomine, pues, a pesar de que el otro equilibrio es el que maximiza el bienestar colectivo, el equilibrio subóptimo es el que minimizaría el riesgo individual; particularmente, en el ejemplo referido, votar por Chávez – votar por Chávez sería el equilibrio dominante desde el punto de vista del riesgo, ya que implicaría, tener que, atribuir apenas 1/3 de probabilidad a que el otro haga lo mismo para que la estrategia votar por Chávez sea aquella que más convenga (así, bastaría tan solo en el ejemplo, esperar que 1 de cada 3 compañeros vote por Chávez para que convenga hacerlo también).

Apéndice matemático de teoría de juegos

4 son, respectivamente, la ganancia de cooperar (votar Capriles) del empleado fila y el empleado columna, cuando éste también hace lo mismo (vota Capriles). En este caso, ambos salen felices, pues salen de Chávez y conservan sus puestos de trabajo. De hecho, no hay mejor resultado para los empleados que éste.

3 son, respectivamente, la ganancia de cooperar (votar Capriles) del empleado fila, y de no cooperar del empleado columna (votar Chávez). Acá, el empleado fila sale mal, pues pierde su empleo, y además no saca a Chávez, mientras que el empleado columna, sale regular, pues aún cuando no saca a Chávez conserva su empleo.

0 son, respectivamente, la ganancia de no cooperar (votar Chávez) del empleado fila, y de cooperar del empleado columna (votar Capriles). Acá, el empleado fila sale regular, pues no pierde su empleo, pero no saca a Chávez, mientras que el empleado columna, definitivamente, sale mal, pues no saca a Chávez y pierde su empleo.

Finalmente, 2 son, respectivamente, la ganancia de no cooperar (votar Chávez) del empleado fila y el empleado columna, cuando éste también hace lo mismo (vota Chávez). En este caso, ambos salen tristes, pues aunque ambos conservan sus puestos de trabajo, ninguno hace nada para sacar a Chávez, quien vence.

Votar por Henrique Capriles – votar por Henrique Capriles es óptimo de Pareto, simplemente, porque la suma de las utilidades individuales en esa posición (8 = 4+4), resulta mayor que en cualquier otra (i.e. resulta mayor que 3 = 0+3; 3 = 3+0 y 4 = 2+2).

Votar por Henrique Capriles – votar por Henrique Capriles es un equilibrio de Nash, porque cuando el empleado fila coopera (vota Capriles) el empleado columna también (debido a que4>3), y, viceversa, cuando el empleado columna coopera (vota Capriles) el empleado fila también (debido a que 4>3).

Votar por Chávez – votar por Chávez es también equilibrio de Nash, porque cuando el empleado fila no coopera (vota Chávez) el empleado columna también (ya que 2>0), y, viceversa, cuando el empleado columna no coopera (vota Chávez) el empleado fila también (debido a que 2>0).

Si atribuimos probabilidad “p” a que el otro también coopere, entonces:

El beneficio esperado de cooperar (votar por Capriles) vendría dado por:

B-cooperar = 4 • p = 4 • p + 0 • (1-p)

B-no cooperar = p + 2  = 3 • p – 2 • p + 2 = 3 • p + 2 • (1-p)

El beneficio esperado de cooperar (B-cooperar) es exactamente igual al de no cooperar (B-no cooperar) para p*=2/3, lo que implica que para que tenga sentido cooperar desde la perspectiva individual del votante (empleado público) debe ser el caso que p≥2/3. En fin, por algún motivo, para que se de el equilibrio cooperar-cooperar (Capriles – Capriles), el empleado público (dados los supuestos paramétricos que planteo) debería esperar que, al menos 2 de cada 3 de sus compañeros voten por Capriles.

Cuandoquiera que lo anterior sea poco probable (i.e. mientras Capriles no entienda que, la preocupación de los empleados públicos no es qué pasará si votan por él y luego gana, sino qué pasará si votan por él, pero, termina ganando Chávez; o, lo que es lo mismo, mientras Capriles no haga nada para convencer de que, 3 de cada 4 empleados públicos, votarán por él), lo más probable es que entre los votantes de la Administración Pública salga Chávez ganador (i.e. la convención ganadora será votar por Chávez).

Nota: este trabajo se nutrió de una discusión en postgrado con el economista José Acosta.

Ángel García Banchs

@garciabanchs

PhD en Economía Política de la Universidad de Siena, Italia y Profesor del CENDES y FACES/UCV

Director de @Econometrica

opinion@angelgarciabanchs.com