¡Porque sólo anticipándote podrás triunfar. Porque sólo podrás anticiparte si tienes un plan!

Política kosher

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Este artículo lo escribí hace dos meses. No se publicó. El regreso de Chávez creo que le da nueva vigencia.

He utilizado este término en mi círculo personal, en éste no corro el riesgo de que sea malinterpretado el adjetivo. Además de los grandes vínculos que me unen a la comunidad judía, está el gran respeto que le tengo. La comida kosher, que en hebreo es kashér, se refiere al tipo de comida adecuada para el consumo según la ley judía. La comida kosher no solo excluye algunos alimentos sino que especifica, desde la forma en que deben ser sacrificados los animales, hasta formas de preparación de los alimentos. Es una forma sofisticada y rígida de alimentación. La realidad es que no toda la comunidad judía consume comida kosher o por lo menos no lo hace todo el tiempo. Yo empleo el término para referirme a un estilo de política muy sofisticado y muy deseable, pero cuya aplicabilidad en Venezuela es imposible.

Algunos siguen con la cantaleta de que están violando la constitución. No entiendo la defensa que pretenden hacer de la dudosa virginidad de una “vestal” de lupanar. Creen que se gana algo defendiendo una constitución que fue realizada con el único propósito de alterar profundamente la estructura de poder en el país suprimiendo la bicameralidad, otorgándole derechos políticos a los militares y sobretodo alargando el período presidencial y permitiendo la reelección inmediata. El gran Manuel Caballero vio esto claramente desde el principio. La constitución de 1999 no nació como un gran acuerdo nacional. Fue la imposición de una mayoría circunstancial al resto del país. El chavismo se garantizó además que así fuera con un esquema de votación que potenció la mayoría hasta lograr que la voz del sector opositor solo fuese un murmullo molesto. La constitución fue aprobada con una elevada abstención, eso si, con una elevada mayoría. Tengo el honor de contarme entre los que votaron en contra. Esta es la constitución, en cuyo velorio, algunos pretenden que llore. No gracias.

El debate sobre la defensa de la constitución es un debate indudablemente sofisticado. Forma parte del grupo de temas altamente relevantes para las mayorías venezolanas como el “estado de derecho” o “el equilibrio de poderes”. No me malinterpreten. Estos temas son vitales para la salud de una democracia moderna. La discusión es si en Venezuela estamos o podremos estar en el corto y mediano plazo en una democracia moderna. La realidad es que la cultura democrática en Venezuela se restringe a lo que decida  la mayoría. Esto es así desde el salón de clases. En las escuelas una mayoría simple cinco minutos antes de un examen es suficiente para lograr que se cambie la fecha sin importar si previamente había un acuerdo que algunos respetaron. Desde la escuela y a todo nivel se nos ha enseñado que la mayoría manda, aun cuando lo haga de forma tiránica. Solo vasta la mitad más uno para adoptar cualquier decisión. Este espíritu arbitrario, vestido de democracia, es lo que se esconde detrás de cada atropello que el gobierno ha cometido. Su amparo siempre ha sido que es mayoría y que eso es suficiente para revestir de legitimidad cualquier decisión. Ante esta realidad perdemos tiempo discutiendo sobre el respeto a la ley porque sencillamente la ley es la mitad más uno y eso, hoy por hoy, no lo tenemos. Participar en ese debate solo desgasta y nos hace parecer más alejados del votante promedio venezolano.

Cual es la alternativa. La meta es lograr esa mitad más uno. En realidad en el caso de nosotros, y dada la estructura de poder actual, necesitamos mucho más que la mitad más uno. La oposición necesita constituirse primero en mayoría si quiere poder llegar a cambiar el panorama político y social del país. Esa es la meta y no otra. Cualquier actividad política que atente contra esa meta debe ser desestimada por inefectiva y la historia reciente así lo demuestra. La oposición ha optado por todo, desde el arrebato hasta por aceptar el actual estado de derecho yendo a colgarle al TSJ recursos de todo tipo. Eso no ha funcionado porque en Venezuela la ley es la mitad más uno. Actualmente el chavismo es la mitad y mucho más de uno. Esa mayoría está destruyendo al país pero lo está haciendo según ellos legalmente. Si hay dudas pregúntenle a Escarrá, quien en esta nueva era Maya ha decidido regresar al redil.

Habiendo establecido la meta es más fácil y debemos empezar por entender que es lo que no suma sino resta. Hay que entender que hay gente que tiene la inteligencia política de un caracol. Es la misma gente que pretende enrumbar a la oposición a la confrontación y nuevamente a la radicalización. Estos personajes hacen un ruido tremendo. Pese a ello para mi son como las latas detrás de un carro de recién casados. Lo primero que hay que notar en el caso de las latas es que a pesar del ruido que hacen no son las que mueven el carro. Lo segundo es que desde el punto de vista del carro y su chofer, son totalmente prescindibles. La actitud de la oposición sensata y que entiende el país en el que vive, debe orientarse a reagruparse. Hemos recibido dos reveses electorales recientemente. En el último llegamos a los camerinos con un saco de goles en contra, pero llegamos. Algunos todavía no han entendido lo que pasó en Venezuela el último trimestre de 2012. La oposición está en el peor momento desde 2007 para tomar el poder y si por casualidad le cayese en las manos sería peor el remedio que la enfermedad. Algunos pretenden vendernos la idea de que el chavismo se está cayendo a pedazos y que lo que hay que hacer salir a darle el empujoncito, a soplarlo ¿En que país viven? El trabajo de la oposición es ir a poner la denuncia, si como no, pero igual que cuando yo fui a poner la última, no albergo la esperanza de que sirva más que para dejar mi conciencia tranquila. Se pone la denuncia y se sigue trabajando para lograr la mayoría. No se hace de la denuncia una herramienta política para que se nos ataque de insensibles ante la “ausencia” del mandón. Eso es sencillamente contraproducente y atenta contra el objetivo fundamental que es sumar más gente a nuestra causa. No importa si en esa suma nos salen algunos Escarrás, Ojedas o Paraqueimas, de esos hay en todas las familias.

Yo entiendo la desesperación de algunos. Llevamos catorce años de destrucción política y social de Venezuela, en particular de su clase media. Entiendo que ninguno de nosotros se está haciendo joven, que el tiempo pasa y con él se van yendo las expectativas incumplidas. La alternativa no es volver a cometer los errores que cometimos en el pasado. La alternativa pasa, no por claudicar los principios, sino por entender el país en el que operamos. Para cambiar el país primero necesitamos ser lo que no somos: mayoría. Todo lo que atente contra la capacidad que tiene la oposición de seguir sumando gente a su causa debe ser desestimado.

El chavismo tendrá que enfrentar dentro de poco reales dificultades. No me refiero solo al tema de la salud del presidente. Ese punto es menos complicado de lo que algunos opositores piensan. Las reales dificultades que se le vienen al chavismo es su incapacidad de generar bienestar de cara al futuro. Chávez logró estar catorce años mandando por tres aspectos fundamentales. El primero es su carisma y su capacidad para encarar el deseo de cambio. El segundo los incontables errores que cometimos y en tercer lugar, no por ello menos importante, por el auge de los precios petroleros. Este auge permitió que las mayorías asociaran el socialismo con aumento del bienestar. La realidad es que al chavismo se le está acabando su líder carismático pero sobretodo se le va a acabar muy pronto la capacidad de mejorar el nivel de vida de los sectores más desfavorecidos. Llegará un momento en que esas mayorías, no porque crean en las virtudes de la alternancia política, sino por un sentido mucho más utilitarista, le darán la espalda a los herederos de Chávez. Ese será el momento en que la oposición deberá prepararse para gobernar. En ese momento se tendrá la ley de nuestro lado, y sí, cuando me refiero a la ley me refiero a la mayoría. Solo espero que entonces se utilice para generar una cultura realmente ciudadana y una verdadera democracia en el país. Quizás en ese momento podamos empezar a discutir sobre la separación de poderes, el estado de derecho y la defensa de la constitución. No antes.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10