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Peor que en 1989

Peor que en 1989 artículo de FIB

Hace algunas semanas conversábamos sobre si el país se encuentra peor hoy de lo que estaba en 1989. Soy de los que piensa que en efecto el país está mucho peor. Aquel año luce lejano. A veces se cree que el país no tiene memoria, en realidad lo que ocurre es que el 44% de la población actual nació después de 1989. Si a lo anterior agregamos aquellos que para aquel entonces tenían menos de 5 años, el porcentaje es de alrededor de 53%. No se puede recordar lo que no se vivió.

Tengo recuerdos de la escasez de ciertos rubros cuando Recadi y también de lo ocurrido en 1989; sin embargo, mi visión sobre aquel período no viene por vivencia sino por estudio. El país hoy enfrenta una situación muy similar, en gran medida por repetir los mismos errores.

Hablemos quizás de lo único que luce medianamente favorable respecto a aquellos años, y que curiosamente poco tiene que ver con nuestras decisiones. El precio del petróleo actualmente es superior. En 1988 el precio promedio del barril WTI fue US$ 15,96, en dólares actuales serían alrededor de US$ 32. El problema es que si bien los ingresos petroleros son mayores, la población hoy es casi el doble. Nuestra productividad en términos generales no es muy superior a la que teníamos aquellos años. Luego de los últimos 10 años de la vilipendiada cuarta, y 16 de la tragedia actual, no hemos ido a ningún lado.

La situación en otras áreas es peor. El control de cambio vigente ha durado más del doble que Recadi y ha contado con ingresos petroleros mucho mayores. La corrupción de estos años haría palidecer cualquier otro período vivido y no precisamente porque los venezolanos de antaño fuesen más honestos, sino porque había menos para llevarse, además había más mecanismos de control. El régimen de cambio actual ha vapuleado el escaso tejido industrial que tenía el país. Como si lo anterior fuera poco, la borrachera petrolera le permitió al Gobierno volver a ponerle la mano a varias empresas. La equivalencia a aquella Cantv que había que levantar y esperar minutos para que diera tono de discado es la velocidad del Aba actual. La CVG que no se cansa de ser el hijo bobo al que hay que mantener pero que además resultó ser altanero. La Pdvsa de hoy es una verdadera ruina, las cementeras otro poco más de lo mismo, Agroisleña ya no existe. La  lista de compañías que hoy no son ni la sombra de lo que fueron, incluso luego de una década tan desastrosa como los ochenta, es larga.

Pese a lo anterior diría que la economía no es lo más grave, después de todo, cualquier economista medianamente sensato sabe lo que hay que hacer para que la economía pueda recuperarse. Otra cosa muy distinta es que se monte en la velocidad de crucero que necesitamos, pero esa será una discusión para dentro de algunos años. Por lo que sí creo es que estamos peor que en 1989 es por la destrucción institucional que ha ocurrido en el país. Esta destrucción se observa en todos los ámbitos de la vida social. Destruimos la majestad del presupuesto público, la contraloría es un mal chiste en el mejor de los casos. La AN una gallera, la fiscalía un circo y la defensoría del pueblo una comedia. El BCV es el brazo monetario del gobierno y las universidades han sido llevadas a la ruina con presupuestos lamentables. El sistema judicial es una tragedia y es hoy más corrupto y abyecto que en aquellos años. La criminalidad campea a sus anchas. La cohesión social luce bastante debilitada y quizás lo peor, tenemos a las Fuerzas Armadas gobernando el país. El país está mucho peor que en 1989, en aquel año por lo menos había la expectativa de cambio.

No se trata de ser pesimista a pesar que serlo en mi generación es prácticamente una obligación. Se trata de dejar bien claro que la situación es muy delicada. El estropicio chavista no ha sido poco y debemos saber que el país tiene en frente retos inmensos. Superar esos retos está a nuestro alcance pero no lo haremos repitiendo las fórmulas fracasadas que nos han traído hasta aquí. Debemos ser realmente audaces cuando el viento político termine de cambiar. No podemos ofrecerle a los niños de hoy el país que nos dejaron a nosotros y para ello es necesario que entendamos que el mayor reto no es estabilizar la economía o ajustarla estructuralmente; el mayor resto es la reconstrucción institucional. Vayamos pensando qué es lo que vamos a hacer con Pdvsa y el BCV. No es poca cosa.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

Director de @Econometrica