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La especulación versus la inflación

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Ya basta de manipular. La especulación no afecta la variación de los precios en el tiempo (i.e. la inflación), sino las diferencias de precios entre establecimientos y bienes. Esto es, la especulación es un fenómeno específico a algún bien o establecimiento en particular, mientras que la inflación es un proceso generalizado que afecta a todos y cada uno de los bienes y establecimientos del país.

En palabras llanas, de la especulación, el consumidor puede protegerse, simplemente, substituyendo bienes y establecimientos de precios altos por aquellos de precios bajos. Pero, de la inflación, por definición, ningún consumidor podrá jamás protegerse, ya que, se trata de un fenómeno que afecta a todos los bienes y establecimiento simultáneamente.

La especulación existe, en esencia, debido a costos de transporte, información o tiempo; igualmente, debido a que, en la práctica, al consumidor se le dificulta investigar precios y substituir entre establecimientos; por ejemplo, porque al consumidor le da fastidio substituir el abasto “caro” de la esquina por el “barato” a 20km. Pero, si bien la especulación contribuye a explicar las diferencias de precios entre un comercio y otro, o entre productos o bienes substitutos, no aporta nada a la explicación de la inflación; y la razón es sencilla e intuitivita: la inflación afecta los precios tanto de los bienes “caros” como de los “baratos”.

En fin, el discurso de que la inflación se debe a que “los empresarios especulan”, simplemente, no tiene sentido, pues las cifras del BCV reflejan que históricamente la fracción de los ingresos que va a los beneficios no suele variar mucho. Tan sencillo que, si tal fracción tendiese a 100%, los salarios serían 0, y los consumidores desaparecerían (no se vendería el producto, porque, simplemente, la demanda de consumo no existiría); y si la fracción tendiese a 0%, los beneficios se anularían, y los inversionistas se esfumarían (i.e. no se vendería el producto, porque no se produciría). Dicho de otro modo, la distribución del ingreso es tan delicada que, en la práctica, no la controlan los políticos: los empresarios dependen tanto de los salarios como los propios consumidores, ya que, sin el salario no se vendería el producto (¿cómo podría si el salario financia al consumo?); e igualmente, los consumidores necesitan de los beneficios tanto como los empresarios, pues, sin los beneficios, ¿cómo podría financiarse el producto?

Ángel García Banchs

@garciabanchs