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¿Hay hambre en Venezuela?

Un grito se escucha a lo largo del país: “Tenemos hambre”. Miles esperan durante horas ante comercios habitados por el desabastecimiento para intentar adquirir lo imprescindible después de sortear las ventas por terminal de cédula, las captahuellas y la presentación de partidas de nacimiento, entre otras restricciones a la libre compra de productos básicos. Otros, en una creciente legión de manifestantes, toman a diario las calles para demandar respuestas a la crisis que aleja el pan de sus mesas.

Un cuadro que resulta difícil de creer en una nación que cuenta con 297.570 millones de barriles netos en reservas certificadas de petróleo, las más grandes del mundo. Pero es así. En algunos rubros básicos, fundamentalmente alimentos, la escasez sobrepase el 80%, lo que eleva la desesperación colectiva ante la ausencia de lo necesario.

“Sabemos que este mes ha sido muy crítico, ha sido el mes más bajo en oferta de productos y por eso la angustia de la familia venezolana de no conseguir los bienes en los anaqueles, pero les garantizamos que en las próximas semanas esa tendencia va a mejorar”, dijo Miguel Pérez Abad, vicepresidente del Área Económica, al referirse al desempeño de mayo y prometer que al cierre de junio se verán mejoras en el abastecimiento, aunque las cuentas de la nación siguen en rojo debido al desplome en los precios del crudo y los fuertes compromisos de pago de deuda que enfrentan la República y Pdvsa.

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, durante los primeros cinco meses del año hubo 680 protestas ligadas a problemas para adquirir comida, el 25% de las cuales ocurrió en mayo, cuando se produjeron 172, un registro que refleja un aumento de 320% con respecto a mayo de 2015. Las cifras preliminares de junio indican que las protestas se han intensificado con un alarmante nivel de violencia.

Lo que se pueda

La Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) del año pasado reveló que desde 2013 se ha acentuado el empobrecimiento de la población, con 76% de las personas en situación de pobreza de ingresos en Venezuela. Según Bethania Blanco, de Fundación Bengoa, al hacer los estudios sobre las condiciones de vida de la población “se han tenido que hacer nuevas clasificaciones” para tipificar al “nuevo pobre”, esas personas que eran de clase media y han caído en la pobreza. Un 34% de la población está en esa condición.

De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), el salario mínimo más ticket de alimentación vigente en abril le generaban a un trabajador unos 6.213,25 bolívares a la semana, cuando se necesitaba un mínimo de 3.858,00 bolívares diarios para darle de comer a una familia. En abril la canasta alimentaria, medida por Cenda, escaló a 115.738,04 bolívares.

Encovi mostró que ya en 2015 casi tres millones y medio de venezolanos no hacían las tres comidas. Una de sus investigadoras, Marianella Herrera, argumenta que “la gente no come lo que debe sino lo que puede, lo que consigue”.

La Fundación Bengoa, por su parte, estima que 75% de la dieta de los venezolanos se limita a carbohidratos.

Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, sostiene que en sus 47 años como sociólogo es la primera vez que puede afirmar que “hay hambre” en el país. Antes hubo malnutrición u otras deficiencias alimenticias, pero actualmente efectivamente hay hambre y una de las causas fundamentales es la escasez.

Perspectivas

A pesar de las promesas de Pérez Abad, las perspectivas no apuntan a un mejoramiento de la situación. Al contrario, según sus propias estimaciones, en 2016 habrá un recorte de 46% en las importaciones con respecto de 2015, un año que ya reportaba una contracción de 44% en las compras en el exterior con respecto a 2012.

Esto indica que las importaciones alcanzarán a 20 mil millones de dólares durante 2016, algo equivalente a 776 dólares por habitante, cuando en 2015, año determinado por la elevada escasez, el monto llegaba a 1.178 dólares por venezolano.

Todo esto ocurre en medio del desmantelamiento productivo del país, tras una década de sistemáticas expropiaciones e intervenciones, cerco regulatorio a las empresas y crecientes restricciones para importar insumos, repuestos y maquinarias. De hecho, algo más de 60% de lo que se importa corresponde a insumos, materias primas y bienes de capital que son fundamentales para que las empresas puedan producir en el país.

Aunque el problema de fondo es que no hay oferta suficiente de alimentos para atender las necesidades del mercado, la respuesta oficial ante la crisis ha sido estimular la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que levantan información sobre las necesidades de las familias en las comunidades y de forma focalizada llevan casa por casa bolsas de comida como parte de un plan de distribución del Estado.

Para dotar a los CLAP el Ejecutivo se ha planteado comprar a plantas procesadoras de alimentos 70% de la producción y dejar el restante 30% a la red de distribución privada, según el vicepresidente de la República, Aristóbulo Istúriz. Por su parte Freddy Bernal, jefe de mando de los CLAP, se han hecho acuerdos con grandes cadenas de supermercados para se ocupen de 50% de los productos que les llegan de los proveedores, porque el otro 50% se distribuirá a través de los CLAP.

Para muchos el tema alcanza visos de crisis humanitaria. En la más reciente visita al país de ex mandatarios y representantes de Unasur el tema fue punto crucial en la agenda, porque se necesita con urgencia “reabastecer los anaqueles de los establecimientos comerciales con alimentos y medicamentos”, según expresaron.

Unidad Periodística de Econométrica