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Daños colaterales

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Llevamos más de 10 años de controles. Los controles han generado todo tipo de ineficiencia, han destruido oferta y han generado una enorme corrupción de todo tipo. Si bien estos daños son bien conocidos existe otro tipo de daño que por lo general se pasa por alto.

Los controles generan grandes posibilidades de arbitraje. El arbitraje consiste en tomar una posición en un bien o moneda en un mercado y llevarlo a otro donde su precio es mayor. Esta es una conducta perfectamente racional que no puede ser evitada por ninguna ley, lleve el nombre que lleve.

Las mayores posibilidades de arbitraje que se han dado durante estos más de 10 años han estado relacionadas con el control de cambio. Es por todos conocida, e incluso admitida por el propio Gobierno, la corrupción que ha existido en la entrega de divisas. La cúspide de este arbitraje ha sido realizada por individuos o grupos de individuos que un amigo llama los “Cadivi pro”, podríamos reducirlo a Cadipro. Estas personas han sabido navegar el entramado en la asignación de divisas para arbitrarlas y quedarse con una enorme fortuna. En muchos casos son personas que ni residen en el país. Los Cadipro son en resultado de mantener un ineficiente control de cambio con un tipo abiertamente sobrevaluado a la sombra de unos cuantiosos ingresos petroleros.

Los Cadipro no son los únicos que han arbitrado divisas, el proceso ha sido tan extendido en la sociedad venezolana que hasta cierto punto pasa desapercibido. Todo aquel que ha viajado con dólares de CADIVI ha adquirido productos afuera a unos precios en bolívares ridículos. El diferencial cambiario ha operado efectivamente con un subsidio para que los venezolanos hagan turismo internacional. Pero esto no acaba aquí, el tema de las remesas es otro de los mecanismos que los residentes en Venezuela han empleado para arbitrar dólares. Hay redes establecidas para ello y una gran cantidad de personas que viven de esta actividad.

El arbitraje no se detiene solo en las divisas, el contrabando de mercancías hacia otros países es el mecanismo de sustento de una gran cantidad de personas. Por muchos años esta práctica se redujo a la gasolina, la prolongación de los controles ha permitido que florezca una “industria” de contrabando de todo tipo que no aporta en nada a la economía nacional. No son cuatro gatos como se piensa, los enormes diferenciales han hecho enormemente lucrativa esta actividad, tanto es así que conseguir personal para trabajar cerca de la frontera es prácticamente misión imposible.

Cuando el país recupere cierta lógica económica, estas posibilidades de arbitraje desaparecerán y con ellas los ingresos que generaban. Aquellos que hacen vida del contrabando o del envío de remesas se verán desempleados. No solo estarán desempleados, sino reticentes emplearse en actividades cuya remuneración será más baja y en trabajos que muy probablemente habrán perdido la pericia para desempeñar. Los controles no solo habrán generado ineficiencia, corrupción y destrucción del aparato productivo nacional, también han degradado parte del capital humano del país.

Francisco Ibarra Bravo

 @franibar10