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Buscando el final del arcoiris

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Los cuentos infantiles hablan de un gnomo y de una olla repleta de oro al final del arcoíris. Cualquier niño ha intentado hallar el final del arcoíris, más que por el deseo de conseguir un tesoro, por simple curiosidad infantil de entender el inusual fenómeno. Ya de adultos dejamos de sentir curiosidad por el arcoíris lo que no indica que no anhelemos conseguir el final de alguno, en este caso, uno que de verdad tenga una olla repleta de oro en su final.

A raíz de la salida del Convenio Cambiario número 20 (CC20), hemos estado discutiendo bastante sobre el régimen cambiario actual y sus posibles modificaciones luego de las elecciones. Probablemente cada economista tenga su idea de cómo deberá ser el ajuste ¿vendrá una devaluación del dólar oficial? ¿moverán solo SITME? ¿cómo quedarán las bandas de SITME? ¿se le permitirá a PDVSA pagar a proveedores en dólares en cuentas nacionales? La realidad es que si bien el análisis puede ayudarnos a identificar ciertas tendencias, la decisión sobre el régimen y tipo de cambio sigue siendo una decisión política y por lo tanto sujeto a las voluntades de quienes detentan el poder. Es posible que el CC20 sea un adelanto de las reformas que vienen e incluso que las reformas que vienen hayan sido acordadas hace mucho tiempo y solo estemos por enterarnos.

La realidad es que en Venezuela existe una olla al final del arcoíris. Esa olla es el dólar a 4,3 que podemos conseguir al final de CADIVI, incluso existe una ollita, digamos de plata, que podemos conseguir en SITME. Todo los venezolanos sabemos que  conseguir dólares a esa paridad es un verdadero negocio porque en el mediano plazo sabemos que vendrá un ajuste en su precio. Es por ello que dedicamos tiempo y recursos en tratar de conseguir dólares a esos niveles. Es la misma razón que explica que cada vez que anuncian un bono todo el mundo deje lo que  está haciendo y busque la manera de que le asignen sus bonos. En las últimas emisiones muchos se han quedado vestidos y alborotados.

La represión financiera que existe en el país tiene unos costos de eficiencia tremendos. No solo es el tiempo perdido por las personas naturales, después de todo, estos son los que menos demandan dólares. Los problemas se magnifican en el sector productivo donde vemos que las empresas dedican cuantiosos recursos para poder obtener dólares y continuar con su labor. El control cambiario existente en Venezuela es tremendamente ineficiente, el problema es que para este gobierno es absolutamente necesario. El control cambiario es primeramente un arma política actuando como una espada de Damocles sobre la empresa privada venezolana. Hay que recordar que el objetivo fundamental del actual Gobierno es eliminar la empresa privada como actor fundamental en la vida nacional y sustituirla por un sector obsecuente de captadores de rentas. Este último gremio ya cuenta con una federación y su vocero. El segundo aspecto es, mediante la sobrevaluación cambiaria, permitir importaciones baratas y generar una sensación de bienestar que no es sostenible en el tiempo. En tercer lugar, la represión financiera le ha permitido al gobierno terminar de hacer al BCV un apéndice del Ejecutivo. De no existir el control cambiario el gobierno no habría podido presionar al BCV, desde las utilidades cambiarias hasta los famosos millarditos. El control cambiario permite que el gobierno no le preste mucha atención al déficit público, después de todo, devaluación mata déficit o por lo menos lo aturde.

La realidad es que Venezuela no necesitó de un control cambiario para tener una moneda fuerte. Por poner un ejemplo, cuando el BCV operó con las bandas de flotación, se produjo también una sobrevaluación de la moneda, aunque no tan pronunciada como la de ahora. Esa sobrevaluación se dio en plena convertibilidad y no precisamente porque la renta petrolera fuese particularmente elevada. Eso sí, el sistema de bandas requirió de un BCV y de una política fiscal medianamente ordenados. Actualmente es imposible pensar que con el actual gobierno se elimine el control cambiario porque para ello se necesitaría una política fiscal responsable y un BCV realmente comprometido en darle estabilidad al bolívar. Por lo tanto seguirá existiendo una olla al final del arcoíris para aquellos que puedan encontrarla, mientras  el resto del país seguirá corriendo con los costos del control de cambio. Así son las ollas al final de el arcoíris socialista.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10