¡Porque sólo anticipándote podrás triunfar. Porque sólo podrás anticiparte si tienes un plan!

¿Y cuánto cuesta eso? No sé

El gobierno ha generado, directa o indirectamente, incentivos para que los comerciantes y productores hagan lo posible por ocultar sus precios.

Hasta nuestros amigos y familiares nos ponen en sus cadenas o publicaciones en redes “más info al chat privado” porque no quieren dar a conocer sus precios de buenas a primeras. Estimo que esto ocurre en Venezuela por dos razones que bien conocemos: la inflación y la regulación.

La inflación genera tres problemas: un alto nivel de precios, incertidumbre respecto a los precios futuros y elevados costos de menú.

El alto nivel de precios lleva a ocultar los precios porque no son atractivos. Mientras puede ser fácil atraer a un joven universitario con una buena hamburguesa con papas fritas, cuesta atraerlo diciéndole que aquello le costará un tercio (o más) de su quincena. Y vale igual para cualquier otro bien y cualquier otra persona: todo “ta caro” porque, gracias a la persistente inflación, el nivel de precios es muy elevado con respecto al ingreso de la mayoría de los venezolanos.

El segundo problema,  la incertidumbre en los precios, se refiere a períodos “muertos” en que los comerciantes no saben a qué precio venderán sus productos. Como entre pedido y pedido de un bien escaso los comerciantes suelen quedarse sin inventarios, la inflación hace que el siguiente pedido venga con un mayor precio que es imposible de predecir; simplemente no son capaces de saber a qué precio venderán el producto. Por eso, por ejemplo, las ventas de repuestos no nos dicen el precio de productos de los que no tengan existencias; sencillamente no saben cuál es hasta que les llegue.

Pero la incertidumbre también hace que algunos comerciantes prefieran revelar sus precios sólo a quienes van a comprar en el momento. Esto es porque aunque no lo saben con exactitud, tienen una idea del precio del próximo lote de bienes que comprarán gracias a proyecciones (buenas o no) de inflación y tipo de cambio (en el caso de bienes importados). Y como es importante mantener o, mejor aún, aumentar el nivel de ventas (y por ende, los inventarios), los comerciantes están incentivados a cambiar sus precios acorde a las variaciones del tipo de cambio y la inflación, para asumir el costo de reponer o hasta aumentar sus próximos inventarios con el bien ahora encarecido. De esta manera, están incentivados a dar información de precios sólo a quien va a comprar de inmediato, para convenientemente aumentarle el precio a quien compre en otro momento, cuando se espere que la inflación o el tipo de cambio sean mayores.

Con respecto a los costos de menú, sea por la pérdida de tiempo o la de otros recursos, el rápido cambio en los precios hace costosa su exposición ante el público. La frase “costos de menú” se refiere al costo –valga la redundancia- del marcaje de precios. No es difícil ver el problema: vale poco la pena montar una valla o publicar un folleto con un precio que la semana que viene va a ser distinto.

Por otro lado, las regulaciones del gobierno llevan a que los privados se vean obligados a ocultar información sobre sus precios sea por miedo a inventos al estilo Dakazo o al verse en la necesidad de violar dichas regulaciones.

Los comerciantes y productores se ven en la necesidad de violar las regulaciones para evitar vender a pérdida, pues muchos precios máximos están por debajo del costo de producción de la gran mayoría de sus bienes respectivos (ejemplos sobran: harina de maíz, café, carnes, pan de canilla y la lista sigue). En consecuencia, muchos comerciantes y productores se han visto obligados a incurrir en un delito. Y no cuesta entender que quien incurre en delitos debe cuidarse de no hacerlos públicos; quienes se ven obligados a vender por encima de los precios regulados, no pueden hacer alarde de sus precios.

Pero no todo está definido en el marco de las leyes y a veces los hacedores de política se lanzan cruzadas innovadoras en lo legal (cuestiones como el Dakazo). Esa capacidad del gobierno de cambiar las reglas inadvertida y arbitrariamente ha causado terribles efectos sobre el sector privado de la economía y uno de ellos es el deseo de ocultar información al público, sencillamente porque revelarla trae mayor atención de todo el mundo, incluyendo la del gobierno.

Es vital para quienes somos consumidores –para todos- estar conscientes de que se oculta información de precios. Primero, porque las mejores decisiones son las informadas –incluidas las de consumo- lo que implica que tomar buenas decisiones de compra en Venezuela es más costoso (en vez de ver precios por TV o internet desde tu casa, tendrás que acercarte a preguntar en persona), pero igualmente es necesario, sobre todo en un contexto de alta inflación, donde nuestra riqueza se debe administrar con extremo cuidado. Segundo, es un llamado a nuestro rol como actores políticos a ser críticos y oponernos a políticas de gobierno que, en vez de aliviar problemas de la sociedad, nos traen nuevas dificultades.

Adolfo De Lima

@AdolfoDLima

Miembro del Departamento de Investigación Económica de @Econometrica