Es muy popular el dicho “Si te dan limones, entonces debemos hacer limonadas” y lamentablemente los incentivos que tenemos con las políticas económicas de las últimas décadas son en extremo perversos. Esas medidas han desembocado en una inflación que obstinadamente ha sido mayor a las tasas de ahorro, y como complemento, en muchos de los últimos años hemos tenido un tipo de cambio sobrevaluado (dólar barato); circunstancias que nos hace ser propensos a dos cosas: a consumir (muchas veces lo importado) y a querer a ahorrar en divisas.
En estos momentos el nivel de importaciones está rozando récords y en los últimos 4 trimestres Venezuela ha importado cerca de US$ 54.000 millones, esto es 3 veces más de lo que importábamos al finalizar 1998. Esto no extraña ya que el gobierno piensa que la importación de bienes “baratos”, es una forma de distribuir la riqueza, pero eso tiene su costo ya que pasa por destruir buena parte del aparato productivo nacional, y además hay que recordar que el modelo sólo es sostenible si tienes renta petrolera suficiente (o capacidad de endeudamiento) para mantenerlo.
Ahora los venezolanos ya nos acostumbramos a tener un queso Edam en el anaquel en vez de un buen queso palmita, vemos más leche importada que la nacional, nos dejamos hipnotizar por electrodomésticos y demás aparatos electrónicos (teléfonos inteligentes, etc) relativamente baratos, etc, etc, etc. Ese desajuste es insostenible en el tiempo, y creo que cuando esto ocurra tendremos síntomas muy parecidos a la ansiedad que aparece como consecuencia de una adicción.
Pero esa adicción no sólo se limita al producto importado en sí, también se traslada a los dólares constantes y sonantes. Una parte importante del venezolano está detrás de conseguir dólares para poder así proteger su patrimonio duramente forjado. Este deseo roza en la perversidad de alegrarse ante una nueva emisión de deuda soberana o de PVDSA, ya que este evento significa la posibilidad de obtener algunos dólares legales y baratos. Demás está decir que esto no está bien.
Dudo que el actual gobierno tenga un plan coherente que nos libere de estos incentivos. El plan a largo plazo pareciera ser el de acumulación de poder y perpetuación en el mismo, mediante el reparto de renta (riqueza no producida internamente sino captada del exterior); pero nunca facilitar un proceso de emprendimiento, innovación, de producción a gran escala que es, sin duda, la vía que necesitamos para poder crecer sostenidamente y así poco a poco diversificar nuestra monoproductora y monoexportadora economía.
Es triste ver cómo los demás países avanzan a un ritmo acelerado en sus modelos económicos y nosotros pareciéramos apuntar en el sentido contrario, enceguecidos por el bienestar momentáneo que nos ha dejado un boom petrolero, que a la larga creo que nos deja con saldo neto negativo, ya que sólo ha servido para mantener y hasta para profundizar viejas disfuncionalidades que traíamos en el pasado.
Nuevamente los invito a discutir con familiares y amigos al respecto, sobre el modelo que realmente queremos para Venezuela en los próximos años. Creo que subestimamos el poder de la opinión pública, ésta puede ser un camino de resistencia y de cauce a las ideas que queremos como nación, sólo debemos darnos cuenta de ese poder y sumar millones de voces para ejercerlo. Cada voz cuenta, todas cuentan…
Henkel García
Analista e Instructor en Finanzas
Presidente de Visión de Inversión
Director de @Econometrica
Maestría Administración, mención en Finanzas UNIMET
Twitter: @HenkelGarcia
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