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Rescatemos Sidor… No gracias

Hace algunas semanas en un artículo de la revista The Economist leía sobre el posible cierre de las operaciones de Tata Steel en el Reino Unido. En la imagen que acompaña el artículo se veía el eslogan “salvemos nuestro acero”, el título del artículo era “No gracias”.

Hay dos factores externos que inciden sobre la gestión de Sidor actualmente. El primero, los bajos precios del acero en los mercados internacionales a raíz del exceso de producción; y en segundo lugar, el control de cambio que ha destruido el sector transable nacional. Si bien ambos factores podrían explicar el desplome en las exportaciones de acero, no pueden explicar los problemas en el abastecimiento interno. Sidor está terriblemente manejada y ha vuelto a ser la Sidor de toda la vida: la joya de la corona de los hijos bobos de la CVG.

Meterse con las empresas de Guayana no goza de muy buena prensa. Todavía la gran mayoría de los venezolanos creen que en las empresas básicas el país invirtió de forma correcta el ingreso petrolero, y que son una fuente importante de generación de riqueza nacional. Yo estoy del otro lado de la acera, somos pocos pero no por ello debemos dejar de alzar nuestra voz. La CVG ha sido una pésima idea donde se ha dilapidado, y se continúa haciéndolo, ingentes recursos públicos para sostener en muchos casos empresas improductivas. Sidor es la bandera de estas empresas, una vez reestatizada era cuestión de tiempo para que volviera a las andanzas.

Decir que la CVG ha sido una ruina no quiere decir que el desarrollo del sur lo sea. El problema de las empresas básicas siempre fue su modelo de gestión. Este desarrollo debió haber sido realizado por el capital privado y por empresas descentralizadas. Cuando hoy los trabajadores de Sidor piden a gritos nuevas intervenciones y ayudas del gobierno para poder subsistir, hay que recordar que hace algunos años muchos de ellos aplaudieron hasta con las orejas la reestatización. Hay que decir también que no fueron todos. Los venezolanos no debemos seguir financiando una empresa ruinosa, mal administrada y que además goza de protección interna frente al comercio internacional. Esta Sidor ni lava ni presta la batea.

Nunca hubo un buen argumento para nacionalizar la industria pero la fiebre de “sembrar el petróleo” acabó por coparlo todo junto con el desarrollismo cepalino. Los argumentos de antes siguen siendo los mismos ahora, y como ayer, carecen del menor fundamento. El país no necesitaba una industria del acero nacional y menos necesitaba que esa industria estuviese en manos públicas. Si por algún motivo el país fuese aislado de los flujos internacionales de comercio, el acero será la menor de nuestras preocupaciones.

El resultado del delirio desarrollista y su eslogan venezolano de la siembra petrolera es un rosario de empresas improductivas y de dinero público tirado por el albañal. El auge estatizador que se inició en los setenta acabó por destruir quizás uno de los mayores éxitos económicos del siglo pasado y lo transformó en el país que tenemos hoy, sin rumbo y sin intenciones serias de rectificar. Hemos perdido tiempo y dinero. Seguir rescatando Sidor es continuar con los mismos errores. La empresa debe ser desconectada del erario público y para ello debe ser privatizada. La privatización puede variar en forma pero no en fondo: parte de la propiedad debe ir a sus trabajadores y parte a alguna empresa que esté dispuesta a asumir su manejo. Pero sobre todo hay un punto que los venezolanos no podemos permitir y es que Sidor siga teniendo los privilegios monopólicos que ha tenido. Cuando usted escuche a alguien decir que hay que rescatar Sidor, respetuosamente dígale no gracias.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

Director de @Econometrica