Mientras los políticos tengan un modelo de reparto rentístico, y no uno de desarrollo y transformación; mientras no haya Estado de Derecho, democracia, autonomía de los poderes públicos, respeto por las leyes y los contratos, garantías, reglas claras y estables y libertad económica para la inversión privada en sectores hasta hoy día estatizados; mientras el modelo que impere sea conflictivo y arcaico, en vez de uno de armonía social; mientras la estrategia petrolera no sea expansiva, sino rentística (o estrategia de precios); mientras las políticas económicas causen y hagan persistir la inflación, y la sobrevaluación, impidiendo desarrollar la actividad no petrolera e imponiendo una economía de puertos; mientras persista la dependencia del consumo del asistencialismo, misiones, dádivas y petrolimosnas, subsidios a los alimentos, a la gasolina y otros; y, finalmente, ante todo, mientras el Estado estatice la producción de bienes privados y privatice la producción de bienes públicos, nuestros pobres seguirán siendo pobres.

Por motivos de espacio, en esta oportunidad, tan solo escribiré de lo último: la estatización de la producción de bienes privados y privatización de la de bienes públicos, algo que los venezolanos debemos impedir que siga ocurriendo.

Tenemos un Estado que produce desde petróleo hasta arepas (ambos bienes privados), pero, que ha abandonado y, así, privatizado la producción de bienes públicos esenciales, como la educación, la salud, la seguridad, la electricidad, las aguas servidas, la distribución del gas, y otros bienes públicos fundamentales para el desarrollo y la superación de la pobreza.

Privatización de la educación: hace 50 años, hasta las familias adineradas enviaban a sus hijos a las escuelas y liceos públicos, porque eran mejores que los colegios privados. Hoy, ¿cree usted que el pobre que accede a la educación pública puede competir con el pudiente que accede a la educación privada?

Privatización de la salud: ¿puede el pobre enfermo condenado a los abandonados hospitales públicos competir en las mismas condiciones con el pudiente que accede a las clínicas privadas?

Privatización de la seguridad: rejas en casas y apartamentos, pérdida de espacios públicos (plazas, parques, etc.) a manos del hampa, alcabalas en nuestras urbanizaciones, guardaespaldas, automóviles blindados, ejecutivos transnacionales que abandonan el país, consumo de energía y tiempo, y desaparición de actividades económicas por falta de la seguridad personal, jurídica, y contractual.

Privatización de la electricidad: velas y costosas plantas eléctricas.

Privatización de las aguas servidas: camiones cisterna.

Privatización de la distribución del gas: descenso y ascenso al cerro y los barrios con las bombonas de gas, por falta de tuberías en la mayoría de los casos.

Y esto, mientras el Estado “regala” un bien privado, la gasolina; hasta el punto de que, el venezolano promedio que no tiene carro y va de una ciudad satélite a, digamos, Caracas, puede llegar a paga alrededor de unos 80 a 100 bolívares a la semana, mientras el pudiente que sí tiene carro tan solo paga de 4 a 5 bolívares por semana (i.e. por tanque).

¿Ahora se entiende: por qué nuestros pobres son pobres?

Ángel García Banchs

@garciabanchs

PhD en Economía Política de la Universidad de Siena, Italia y Profesor del CENDES y FACES/UCV

Director de @Econometrica

opinion@angelgarciabanchs.com