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¿Es populista el venezolano?

BanderaVenezuela

No lo creo. El venezolano de a pie, mayoritariamente, no es populista. Pero, sin duda, el político venezolano promedio sí lo es. En pocas palabras, dentro del mercado político, el populismo resulta ser un fenómeno de oferta (que surge de los políticos que lo ofrecen), y no de demanda, pues no es el ciudadano quien lo requiere, ni menos aún prefiere (estudios científicos lo demuestran, y las quejas a diario de la población lo confirman: el ciudadano prefiere empleos dignos y bien remunerados, un modelo no conflictivo, productivo e incluyente; más aún, le exige a diario al Estado mejores bienes públicos, seguridad, salud, educación, no bienes privados; de hecho, históricamente, han sido los políticos quienes han ido a ofrecer sacos de cemento y láminas de zinc para los ranchos, y en la actualidad a 105$/barril promesas incumplibles de viviendas, por cierto, sin gas, luz, aguas blancas, aguas negras, o servicios).

Salvo una fracción minoritaria de la población, los venezolanos preferimos la independencia de un empleo o emprendimiento bien remunerado a la dependencia de un programa político populista, estilo las misiones. Las misiones no son programas sociales. Si lo fuesen, su fin último sería la liberación y el enriquecimiento social, económico, ético y moral del ser humano, y no su dependencia y postración frente al Estado. Esto es, las misiones son programas políticos, porque buscan una rentabilidad política (el voto), a cambio de insertar a clientes en la esfera del consumo, pero, no de la producción.

Una cosa es el deseado gasto social, que implica un período de asistencia y capacitación con inserción en la esfera del consumo y de la producción (i.e. que implica terminar independiente del Estado con un emprendimiento o empleo digno, bien remunerado), y otra es el gasto político, que implica inserción únicamente en la esfera del consumo, permaneciendo perennemente dependiente del Estado o un partido de gobierno (las comunas organizadas verticalmente de arriba abajo serán la exacerbación de este modelo, al terminar descaradamente como casas del partido de gobierno para el reparto de dinero, sin aporte alguno al producto social).

Es cierto; en nuestro país, parecieran coexistir dos tipos de visiones, o de seres humanos. Por un lado, están quienes se despiertan a alrededor de las 4:00 am en Guatire-Guarenas, para esperar largas colas, montarse en un autobús, llegar a la capital a las 8:00 am, trabajar 8 horas y regresar a casa. Por el otro, están quienes se organizan políticamente, para vivir de la renta externa petrolera, obtener un carnet del partido de gobierno o el acceso a las petrolimosnas. Pero, fundamentalmente, ambos estarían hechos de lo mismo. Lo que no terminamos de entender es el rol de los incentivos y el que juegan los políticos. Estos han diseñado deliberadamente desde hace tiempo un modelo de reparto de la renta, para arrodillar al ciudadano frente al Estado y las oligarquías de turno. En su modelo, debemos entenderlo finalmente, el desempleo y subempleo son una necesidad política, pues esa es su base político-clientelar.

El problema no es si el político es joven o viejo, sino si su forma de hacer política lo es. La vieja política, cuya exacerbación es Chávez y su mejor expresión serán las comunas, implica la necesidad política de crear primero la enfermedad, el desempleo y subempleo, para ofrecer luego la droga, el populismo, que el desempleado está obligado a aceptar (una vez secuestrado por las misiones, mientras funcionen, el beneficiario las defenderá, conjunto al secuestrador). Chávez, exacerbación de estos males, acabará con la droga (por sobreutilización). ¿Estaremos preparados ahora sí los venezolanos, post Chávez, para acabar con la enfermedad?

Ángel García Banchs

 garciabanchs@econometrica.com.ve

@garciabanchs

Cortesía de RunRun.es